lunes, 31 de agosto de 2009

Creciendo en el Universo 3 -Richard Dawkins-

"En la latitud del ojo lleva el mando la sorpresa, maravilla del asombro cuando llega la belleza."

-Sílvio Rodríguez-


Siguiendo con la modalidad de una publicación mensual de un total de cinco charlas, aprovecho el último día del corriente para poner a su disposición la tercera de ellas, titulada
escalando el monte improbable. El profesor Richard Dawkins nos sigue explicando la teoría de la evolución, esta vez abordando tres casos puntuales que en una época resultaban algo controvertidos, tales como eran la evolución gradual del ojo, la de las alas y la del camuflaje en diferentes especies. Utilizando siempre analogías sorprendentes y claras para alcanzar la comprensión del público más joven y la del que no es tan joven pero que en su momento no recibió la información correcta.
Saludos!!


Juan Carlos


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jueves, 27 de agosto de 2009

Jane, La Reina de los Simios - Jane Goodall-


"Que traigan tus besos ese otro mundo posible que tiembla en tu boca, que anuncia este día."


-Ismael Serrano-

Comentario : Juan Carlos Alonso

Video: Jane Goodall

Allá por el año mil novecientos catorce, producto de la imaginación de Edgar Rice Borroughs, vio la luz en forma de libro un personaje atípico hasta el momento, un hijo de la aristocracia victoriana inglesa al cual la desgracia de un naufragio lo llevó a nacer en medio de la selva .Todos lo conocimos con el imponente nombre Tarzán rey de los monos*, y más o menos conocemos su historia. La que cuenta que poco después del parto, sus padres murieron, fue entonces cuando lo adoptaron unos monos y lo criaron, así creció entre aventuras y desventuras hasta convertirse en un auténtico macho alfa entre la manada. Un buen día llegó una expedición que por casualidad se topó con él, al verlo, algunos de sus integrantes dedujeron su verdadera identidad, se trataba de John Calyton, Lord de Greystoke. Lo inédito del hecho, los llevó a convencerlo que debía volver a la civilización, pero como en toda historia, éste no podía dejar su entorno que tenía tan bien dominado así por que sí, sino que lo hizo motivado por los encantos de una mujer de la cual se había enamorado. La ficción la dio a conocer con el nombre de Jane y no hace falta que lo mencione aquí…ya todos sabemos el final del cuento.
Veinte años más tarde, en mil novecientos treinta y cuatro, esta vez producto de la realidad de un matrimonio modesto de Londres, ve la luz una persona muy especial, una niñita a la que unos años más tarde, gracias un naufragio económico, sus decisiones de adulta la van a llevar también a vivir en mitad de la selva. Un trabajo incesante y exhaustivo durante un largo tiempo la convirtió indudablemente en la auténtica reina de los simios. Su nombre, recreado aquí como una lúdica coincidencia es Jane.
Luego de esta suerte de analogía inversa que acabo de elaborar a manera de introducción, quería poner a disposición de todo aquel que no la conozca, esta conferencia brindada por la naturalista Jane Goodall, ya que aparte de ser sumamente interesante, resume de manera muy clara, todo lo que venimos viendo en las últimas publicaciones de este blog. Desde la publicación de la canción de Silvio Rodríguez -mira-, donde el autor plantea que para ser una persona diferente a la que es, debería retornar al más remoto pasado evolutivo, hasta los post que plantean la urgencia de un cambio de mentalidad colectivo, y pasando por el análisis de temas como la relación que tenemos con los animales y la importancia de vencer nuestros miedos, todos esto queda plasmado en esta conferencia. Es claro que para cambiar no podemos empezar todo de nuevo (a menos que nos autodestruyamos como especie y la selección natural tome un rumbo similar, cosa que no tenemos ninguna garantía), pero sí puede ser una buena forma de conseguir este cambio, tomando el ejemplo que nos da el trabajo de esta naturalista y viéndolo desde una perspectiva simbólica. Ella estudió durante años el comportamiento de nuestros parientes vivos más cercanos, los chimpancés, el simbolismo aquí sería interpretar su labor como una forma de analizar nuestros inicios conductuales, a partir de allí, ella, además de haber observado importantísimos hallazgos sobre sus habilidades, se interiorizó con su problemática y notó que una parte importante de la misma, era la alteración del medioambiente en que vivían, provocada por un factor natural, el humano ¿Qué hizo entonces? ¿Puso el grito en el cielo y se limitó despotricar contra el egoísmo que puede alcanzar la raza humana? No, lo que hizo fue ir un paso más allá y advertir que las personas que afectaban el entorno, en este caso puntual, lo hacían porque a su vez estaban siendo afectadas por otra problemática de su propio entorno, manifestándose ésta, en la desesperación que provoca la falta de recursos y la ignorancia, esta vez, involuntaria. Esto fue lo que la motivó a elaborar un programa de soluciones basado en la educación que ella misma explica en la conferencia, resultando un éxito total al problema de un parte de la selva de Gombe.
Este programa con los años creció, convirtiéndose en una fundación que hoy alcanza soluciones a diferentes niveles y en diversos rincones del mundo.
Es claro que los problemas medioambientales más serios en la actualidad nos son provocados, en su mayoría, por gente desesperada que actúa en consecuencia de sus necesidades extremas como los que en este ejemplo citamos. Se puede decir que los que mayor daño causan no precisamente son lo que llamamos “ignorantes”… ¿O si?
En mi opinión no creo que lo sean, tal vez sí sean inconcientes y no midan el grado de irreversibilidad que puede alcanzar el daño que producen, o quizás si lo calculan pero no les importa. Ellos se dedican a vender…pero ¿qué pasa con los que nos dedicamos a comprar? ¿No somos concientes de las consecuencias? ¿Será que las ignoramos y por más que el término nos ofenda profundamente seremos ignorantes más allá que nos consideremos educados? ¿O simplemente sea que tampoco nos importe? Todos estos interrogantes nos dan el pie para que en futuras publicaciones analicemos el tema del consumismo desenfrenado al cual estamos tan expuestos en estos últimos años. Por ahora, y para ir finalizando, sólo me restaría decir que la actitud de Jane Goodall deberíamos tomarla como una importante referencia de lo que nos resulta útil. Días pasados una nueva y joven amiga de este blog comentó (y con razón) que como pinta políticamente el mundo globalizado de hoy, ella carecía de toda esperanza de un cambio para mejor y prefería dedicarse a cuidar su propio jardín. Como ella hay una inmensa cantidad de gente que piensa de manera similar y es totalmente lógico, ya que lo que se suele mostrar en los medios de comunicación masivos es en mayor parte lo más terrible de lado humano, y nosotros, a pesar que nos quejamos, lo seguimos consumiendo de manera casi adictiva, tal vez esto se dé por un sentimiento de culpa generalizado e inconciente que sospecho de donde viene…
Tenemos dos claros ejemplos de diferentes formas de intentar solucionar los problemas, ambos protagonizados por una mujer como referente. Una es la madre Teresa con su fundación, paliando el hambre en forma de limosna y reclutando fieles que se dispongan a estar agradecidos eternamente, rogando que el resto de las necesidades queden cubiertas con el sólo hecho de esperar soluciones mágicas que caigan del cielo. La otra sería la obra de esta mujer de setenta y ocho años y voz temblorosa que con su fundación Take Care sigue trabajando incansablemente promoviendo la concientización y tomando acciones a partir de la educación y el razonamiento.
Por eso, sin promover un ingenuo idealismo, es que quiero replicar el nombre de Jane Goodall, debido a que no aparece todos los días en el diario o en la tele, ya que el lado bueno de lo humano es el que hoy no vende, pero que es necesario que lo conozcamos, así mi amiga como tanta otra gente tal vez encuentre una destello de esperanza en una realidad que hoy parece inmutable.
Considero que no sólo es la reina de los simios, sino que tiene motivos de sobra, si de algo sirven los motes, para empezar a considerarse una reina entre los primates.
Ustedes saquen sus propias conclusiones y si quieren me las cuentan.


Saludos y Take care!!!



* A tarzan en la ficción, por más que la raza de primates que lo criaron era inventada, se trataba de simios y no de monos, ya que una de las diferencias entre ambos mas visibles es que los monos tienen desarrollada la cola y los simios no.



Juan Carlos

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miércoles, 26 de agosto de 2009

Galileo, la pesadilla de Galilea

"Tu mano dibujando en el aire,
era capaz de ponerle color
al espacio vacío, que se llenaba
con la luz de la estrella brillante."

-Silvio Rodríguez-


Video y comentarios: Facundo Alonso


Hace menos de 400 años, Galileo pasó a ser el centro del universo, justamente por decir lo contrario. La Tierra no es el centro del universo y el sol no gira alrededor de ella, si no que es al revés. Hace exactamente 400 años Galileo comenzó a recorrer el camino iniciado por Aristarco de Samos y Copérnico que lo llevaría en esta dirección, cuando recibió la noticia de la invención de un nuevo instrumento que servía para ver las cosas que estaban lejos, un poco mas cerca. Ideó el suyo, ya mejorado del original, y se le ocurrió ver el cielo en lugar de la Tierra. La teoría aristotélica empezó a desmoronarse a pedazos entonces. Galileo encontró que la luna no era llana, que había montes y montañas en ella. Y descubrió tres pequeñas estrellas rondando Júpiter cuando se dedicó a mirarlo. Pronto supo que estas “estrellas” no eran tales ya que giraban alrededor del gigante planeta de gas. Eran lunas, sus principales satélites naturales (contando otros de menor tamaño tiene un total de 63). Con las noches de observación subsiguientes notó que eran cuatro y pensó entonces usar a Júpiter y sus lunas como un modelo del sistema solar. Ahí descubre el pescado podrido que se venía vendiendo desde hace años y es cuando la iglesia, fiel, muy fiel como siempre a su costumbre, le aconseja que se calle, pero esa es otra historia. Lo que nos interesa acá por el momento es Júpiter y estas lunas. Desde Buenos Aires o Madrid, ahora mismo pueden verlo, para los que no están al tanto, desde que cae la noche hasta altas horas de la madrugada. Esa “estrella” que brilla mas que otras en el cenit. ¿Y que mejor homenaje a Galileo que hoy, a 400 años del comienzo de su escalada científica revolucionaria, mostrarles lo que (siguiendo los preceptos del post anterior) pude captar con mi humilde telescopio? Necesito aclarar que cuando uno filma a través de un telescopio son necesarios algunos procesos para sacarle la verdadera información a la imagen que nuestro ojo en principio no ve. Así que lo que ven, está montado y retocado, pero sobre lo filmado realmente. No soy experto en este campo así que lo que van a ver es mi primer intento serio, es un video que dura segundos nada mas, espero puedan apreciar la belleza que esconde y la fascinación que me provocó observarlo por primera vez.

Saludos y buenos cielos!

Facundo





sábado, 22 de agosto de 2009

Agua podrida que pide tormenta

...pero tiene que llover, aún sigue sucia la plaza..."


-Ismael Serrano-


Video y comentarios: Facundo Alonso

Cada tanto nuestra mente se maravilla o se sorprende al observar por televisión, o en algún libro o museo, procesos naturales y artificiales de los cuales no tenemos mucha idea. Quizá necesitamos que nos muestren estas cosas para nuestro “niño interior”, para mantener la magia de estos eventos, que a simple vista nos resultan invisibles y desconocidos. Nos abrimos y por un rato focalizamos nuestra atención y nos disponemos a recibir conocimiento. Esto, definitivamente, es positivo sólo en parte, y paso a explicar, según mi parecer, el por qué.
Es positivo porque quiere decir que no somos reacios a entreabrir un poco nuestra cabeza de vez en cuando. Porque significa que por un momento podemos entender algo bajo conceptos perfectamente racionales y claramente limitables a la realidad…
“No somos reacios”, “entreabrir un poco”, “de vez en cuando”, “por un momento”. Estas expresiones son la parte negativa cómo sospecharán. Recibir esta información no es un hobby, no debería ser algo para lo cual debemos predisponernos demasiado, ni algo de lo que debemos preocuparnos sólo en ocasiones. Cuando se habla de ciencia, por favor saquémosle la etiqueta de claustro, de cosas interesantes para entretenerse un rato pero que no nos son útiles. Cuando se habla de ciencia, remitámonos a lo más simple, a lo mas básico y fundacional: su significado en el diccionario. Del latín scientia (conocimiento). Es decir, deberíamos recibir a la ciencia como recibimos el alimento. Mucha gente debería saber bastante de varias cosas. Ese sería un interesante mínimo indispensable para seguir viviendo en este planeta. Para ser una civilización con vistas a futuro a mediano o largo plazo.
¿Cuál es el objetivo de mis palabras además del de decir cosas que ya están expresadas en este sitio de mil diferentes maneras? Quisiera que experimenten. Que se ensucien las manos. Quisiera que dejen la actitud pasiva y vean por ustedes mismos. Que dediquen un rato aunque sea, que sepan que no es ni caro ni difícil ni de “friqui” ser testigos en primera fila de las mismas cosas que ven en TV, libros y museos. Les va a ayudar a ver que acá no se imparten directivas como paquetes de información metidos a la fuerza en sus cerebros. Les va ayudar a ver que necesitan mucho menos de lo que piensan. Y cuando pongan bajo la misma lupa el resto de las cosas que uno ve o escucha por ahí, esas que carecen de sentido, verán que no resisten este mínimo análisis. Sabrán que no tienen la posibilidad de comprobar aquellas cosas como sí lo pueden hacer con estas.
Para dejar atrás las palabras e ir un poco a las demostraciones, los dejo con este frenético clip musical. La mayoría de sus protagonistas son organismos llamados Paramecios y son aproximadamente del tamaño de un milímetro dividido en veinte partes. Todo esto pasa a nuestros pies en una sola gota de agua. Ustedes imaginen el resto. No se necesita demasiado, como antes dije, en este caso usé el microscopio de mi sobrino (de los llamados “didácticos”, muy económicos), una cámara compacta digital de esas que cualquiera tiene, una gota de agua del cordón de la vereda (agua podrida, si), algo de paciencia, por supuesto la locura de Leo Masliah y el poco velado mensaje: algo tiene que cambiar ya en nuestra forma de actuar y pensar.

Saludos!

Facundo








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viernes, 21 de agosto de 2009

Sobre los motivos del colapso de las sociedades -Jared Diamond-

"Ni las soledades de estas sociedades van a gobernar en ti, sólo realidades, suerte del camino por donde vas a morir."

-Santiago Feliú-


video: Jared Diamond
comentarios: Juan Carlos Alonso


Hay que reconocer que el slogan “Salva el planeta” en los últimos años cobró un fuerte impacto en las personas, a tal punto que está en boca y oídos de casi todos, aunque aún no haya llegado a solaparse en la conciencia de la mayoría. Como señal de alarma inicial y a manera de aglutinante de un mundo que actualmente empieza a redefinirse como globalizado podemos decir que es una buena consigna, pero si lo pensamos un minuto, no es difícil darse cuenta que la realidad es que no hay ningún planeta que salvar, La tierra no está en riesgo de nada y muy probablemente no lo estará hasta dentro más o menos unos 6.000.000.000 años, que es cuando el Sol la va a desintegrar literalmente. Lo que sí, lentamente, se está empezando a poner en riesgo es nuestra propia existencia, tal vez sean nuestros miedos de siempre los que nos impiden hacernos a la idea de la posibilidad de una muerte definitiva y es por eso que no nos atrevemos a mirarla directamente a los ojos y enfrentarla. Entonces lo que hacemos es buscar un factor indirecto y suavizante diciendo salvemos al “planeta”. Seguramente decir salvemos a la humanidad o salvémonos a nosotros mismos nos sonaría egoísta, siempre queda mejor hacer notar que estamos haciendo las cosas por “alguien”, en este caso el planeta, en lugar de situar el problema en primera persona para in tentar solucionarlo.
De todos modos, directa o indirectamente, bien sabemos que los que nos estamos viendo en apuros somos nosotros y la responsabilidad de salir de ellos está en nuestras manos. Para eso es necesario, primero, asumir los errores cometidos (y sobre todo los que seguimos cometiendo) para luego empezar a trabajar sobre ellos. ¿Y cómo hacemos esto? Hasta en el plano individual sabemos que de la experiencia aprendemos mucho, como también sabemos que el anticipar lo mejor que podamos el futuro nos ayuda a dar pasos en firme, de hecho esta es la razón del equilibrio. Cada uno, en lo personal, en mayor o en menor medida lleva su vida delante de esta manera. Lo que realmente nos está costando es unificar este criterio, a mi entender, deberíamos poner especial atención en este punto e intentar ampliar la escala, teniendo en cuenta que estamos construyendo una sociedad global, es importante que conozcamos la historia de nuestras sociedades como así también ponernos al tanto de lo que están pensando los que, con criterio anticipan el futuro. Es claro que hay diferentes intereses creados que son muy poderosos y con sus argumentos suelen confundirnos bastante, pero si no asumimos la responsabilidad individual de analizarlos para formar nuestra opinión, y la mayoría nos dedicamos full time, como está tan de moda, a las frivolidades del momento, a las limitaciones de una vida chiquitita signada por el consumismo, o a pensar que en los próximos cincuenta años viene Jesús a salvarnos acabando con el mundo, lo más factible es que cuando queramos salvarnos de verdad, ya posiblemente sea demasiado tarde.
Una de las tantas formas de ponernos al tanto es esta excelente conferencia de Jared Diamond, en donde analiza mediante su propio esquema los puntos que llevan a producir el colapso de las sociedades.
No importa si la consigna es salvar al planeta o salvar a la humanidad, para mí lo importante es que tomemos conciencia del problema ya que si se produce un colapso generalizado, como última medida, inevitablemente vamos a tener que recurrir al sálvese quien pueda y la verdad es que no me gustaría llegar a esa instancia.

saludos!!

Juan Carlos

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lunes, 17 de agosto de 2009

¿Por qué hoy Dios es superfluo y la vida después de la muerte una mentira? Una opinión personal -Juan Carlos Alonso-


¡Oh, qué sensación,no tener rostro al enfrentar la muerte,correr la doble suerte de rastreadores y de perseguidos,teniendo tanto de estrella, escondido!
-Silvio Rodríguez-



No me sorprende que haya sido un hombre de ciencia el que afirmó que “la ausencia de prueba no es prueba de ausencia”. Este concepto le viene como anillo al dedo a la gente de fe para sostener sus creencias religiosas y se suele aferrar a él como evidencia definitiva cada vez que alguien con intenciones de debate plantea algún tipo de duda. Por carencia de sentido, no es mi intención exponer aquí una idea que pruebe la inexistencia de algo que me resulte justamente imperceptible a los sentidos, como puede ser un dios, un duende, o cualquier cosa extraña que se nos venga en mente; pero sí explicar la razón por la cuál pienso que el dios funcional que conocemos no sólo que hoy ya no es necesario, sino que aparte es dañino. Así como también explicar por qué después de la muerte no puede haber nada.

Recurriendo a nuestra memoria de súper largo plazo, imaginemos por un momento que somos un hombre primitivo. Un simple cazador-recolector que camina cauteloso por algún valle, y que al advertir la inminente puesta del sol de un día cualquiera decide regresar a reunirse con su clan, o bien, procura un refugio provisorio para pernoctar con su familia. Imaginemos también que ese fue un día productivo y que nos toca disfrutar de una inusual y abundante cena. Ya entrada la noche, que siempre asusta, nos disponemos al descanso después de la agotadora y difícil jornada, equilibrados por la tranquilidad que nos brinda tener la panza llena nos dormimos profundamente a la intemperie, inmersos en una oscuridad apenas rota por la pálida luz de la luna y las estrellas, o tal vez, si ya somos beneficiarios de los primeros frutos de la ciencia, junto al tenue resplandor de un fuego intencional y primitivo que crepita, agonizante, a nuestro lado en el interior de alguna cueva. De repente un grito agudo y desgarrado nos despierta, enseguida se multiplica y se mezcla con rugidos, todo es confusión, entre sombras vemos imágenes intermitentes de blancos y punzantes colmillos, garras afiladas, ojos que captan la mínima luz y la reflejan con un brillo inhomínido. Nos damos cuenta que no sólo somos presa de alguna bestia sino también del pánico.
Teniendo en cuenta que estamos imaginando, en semejante situación, es muy posible que nos veamos armándonos de valor y valiéndonos de piedras o una lanza, tratamos desesperadamente de proteger a los nuestros enfrentando a las fieras. Aunque de ser real este hecho, lo más probable es que algunos actúen de esta manera, muchos salgan corriendo y otros tantos se queden paralizados del miedo.
Al cabo de unos minutos unos gruñidos que se alejan nos indican que todo pasó, se fue el peligro y recobramos el aliento. Enseguida aparece el olor de la sangre, nos incorporamos y algo de luz nos deja ver que un hijo no se mueve, notamos que otro no está por ninguna parte. Hay un compañero que no para de gritar del el dolor que le causan sus heridas y sentimos impotencia porque intuimos que a los tres o cuatro días también dejará de moverse.
Hagamos un esfuerzo más e imaginemos que luego de vivir este espantoso acontecimiento, tengamos que narrarlo con los pocos vocablos existentes (en caso de haberlos) para prevenir a los demás de este peligro o simplemente intentar transmitir la experiencia. ¿Difícil no?
Ahora dejemos la imaginación de lado y pensemos que desde la remota realidad prehumana, sucesos como este se repitieron sistemáticamente una y otra vez durante millones de años. Teniendo en cuenta esto, no sería descabellado suponer que este miedo quedó grabado a fuego en el cerebro humano de tal forma que en algún momento de su evolución, este temor recurrente empezó a transmitirse en algún minúsculo micro píxel de nuestra información genética para convertirse en innato, funcionando como un intuitivo mecanismo de defensa. Luego, al evolucionar el lenguaje, este sistema fue reforzado por nuestros ancestros al empezar a traspasarlo de generación en generación a través de la cultura y en forma de cuento. Sin dudas su eficacia habrá resultado de gran utilidad. El tema es que en determinado instante de la historia, gracias a la capacidad combinatoria que alcanzó nuestro cerebro, se produjo una especie de simbiosis corporal entre hombre y animal, saltando a escena una inmensa diversidad de monstruos horrorosos, en su mayoría constituidos por tres factores comunes que nos resultan conocidos: feroces dientes, afiladas garras, fieros ojos luminosos. Todas ellas fabulosas criaturas que entran en acción en la oscuridad de la noche. El resto de su morfología puede resultar de lo más variopinta (detesto este término pero me pareció simpático aplicarlo para calificar a la morfología de los monstruos, ustedes disculpen).

Durante muchos años estos personajes míticos invadieron la tierra asustando tanto a adultos como a niños sin importar su nivel de cultura o su condición social. No debe haber pasado mucho tiempo para que las religiones primitivas, paganas o populares (como las llama Daniel Dennett) los adoptaran como íconos representativos de sus creencias, ya sea para bien o para mal. Más tarde las grandes religiones organizadas también los incorporarán como símbolos, resultando éstos eficaces herramientas para hacerse de más poder infundiendo el miedo. En el cristianismo sin ir más lejos tenemos el caso de la astuta serpiente, transmitiendo su mensaje, que por aquel entonces resultaba subliminal y que hoy es tan explícito: El hombre tiene prohibido probar el fruto del árbol del conocimiento. Otro ejemplo es el mismísimo demonio que la Sanata Biblia lo define como un dragón.
En fin, abundan las enseñanzas de este tipo en toda religión. Un animal como la paloma obviamente no tiene un aspecto amenazante pero imagino que si en ese entonces hubiesen sabido la cantidad de gente que moría por las enfermedades que éstas transmitían, dudo seriamente que la hayan utilizado para representar al impoluto espíritu santo.
Dejemos a estos engendros de la imaginación por un instante y enfoquemos nuestra atención en el momento en que la humanidad aprendió a domesticar a las bestias, primero a las más mansas con el fin de alimentarse y optimizar el trabajo, y luego hasta algunas de las más feroces, tal vez, para posicionarse definitivamente como especie dominante. Más allá del enorme beneficio que representó el acercamiento a estos primeros animales, el costo inicial que se pagó fue bastante alto, ya que las enfermedades que éstos portaban se cobraron, en cantidad de vidas, a una buena parte de la población existente hasta que finalmente consiguieron inmunizarse. Incluso se siguieron pagando cuotas de ese costo mucho tiempo después y en otro continente.
Me resulta imposible dejar de sospechar que si a este motivo le sumamos el de la supersticiosa demonización animal que mencioné anteriormente, no sería extraño encontrarnos con la razón por la cual gran parte de la raza humana, sin ser necesario, inició una arremetida tan feroz y a largo plazo contra una gran cantidad de especies, en algunos casos, llevándolas prácticamente hasta su extinción.
Ahora bien ¿qué pasa con todo esto en nuestros días? Podemos decir en términos generales que le perdimos el miedo a los animales, y digo en términos generales ya que obviamente no hay mucha gente que no trate de evitar a un animal peligroso en situaciones particulares. Se puede decir también, por más que aún falte mucho consenso, que desde hace unos años hay serias intenciones de adoptar con respecto a ellos una actitud proteccionista. Sin duda dicha actitud surge, y es relevante aclararlo, a partir de un cambio de mentalidad producto de la observación, el estudio y el conocimiento. Los que hoy atentan poniendo en riesgo la existencia de una especie, en su mayoría, lo hacen por deporte o por razones exclusivamente comerciales.
Con respecto a los animales subproductos de nuestra imaginación, los monstruos, hoy en día los adultos descreemos casi completamente, sólo solemos revivirlos en el cine sintiendo cierta nostalgia por aquel miedo perdido que experimentamos en la infancia. Los chicos en cambio aún le siguen teniendo terror, no es raro que en la información genética que reciben haya un asterisco a pie de página que aclare que en la situación que imaginamos al principio, cuando un animal salvaje ataca, si tiene para elegir (perspectiva intencional), siempre opta por las crías y los enfermos por su debilidad.
Volviendo a los adultos modernos. Hace ya muchísimos años, los monstruos empezaron a tener competencia en su tarea de atemorizar a la gente Se trata de unas criaturas que la imaginación de las personas empezó a moldear a partir de otro tipo de animal, esta vez de uno muy especial: el Hombre. Conocidos con nombres tales como fantasmas, espectros, apariciones, ánimas, espíritus, etc. Están constituidos básicamente de ese “algo” que la mayor parte de la gente cree que los diferencia del resto de los animales. (No, no es el cerebro, dije la mayor parte de la gente), éstos la suelen llamar alma. Supuestamente luego que alguien muere, si la persona viva de su entorno considera que las condiciones de su muerte fueron injustas, o bien, si suponen que les quedó algo pendiente por decir o hacer, entonces éste se le aparece, ya sea de forma imperceptible a la vista o con la apariencia física que tenían en vida pero algo difusa. Sinceramente creo que son pocas las personas que realmente perciben este tipo de alucinaciones, pero hay mucha más gente de la que imaginamos que cree que estas cosas son factibles y le teme, por más que nunca las hayan experimentado y por más que no siempre lo admitan públicamente.

Entonces ¿Por qué habrá surgido esta nueva incorporación entre los miedos de los adultos?
Es claro que desde el difuso principio de la humanidad los hombres se mataron entre sí, pero a medida que éstos se empezaron a concentrar en comunidades, a constituirse en grupos más grandes y a alejarse de la vida salvaje, es evidente que los enfrentamientos y las matanzas se acrecentaron en número, de manera más organizada y sistemática. Esto nos puede brindar una pista de cuál es el motivo por el cual empezó lentamente a modificarse el patrón subjetivo o representativo de nuestros miedos. Mucho antes que Hobbes diga aquella famosa frase, ya el hombre se había transformado en el lobo del hombre.
Los miedos humanos son como una muñeca rusa, los más pequeños se ocultan dentro de uno cada vez más grande, resultando el mayor y último, el miedo a la muerte. Este es el mecanismo de alarma que tiene nuestro cerebro (bastante sofisticado) para ponernos en alerta de un peligro en distintos niveles, a diferencia del que poseen otros animales que es algo más básico.
Todos sabemos que esta diferencia crucial consiste en que las personas somos concientes de lo inevitable que es la muerte, así y todo seguimos desesperadamente tratando de evitarla a toda costa.
Para aproximarme a donde quiero llegar la pregunta que resta hacerme es la siguiente:
¿A dónde quiero llegar con todo esto y cómo se relaciona?
Lo primero que debo decir es que si adoptamos de una vez por todas, el pensamiento evolutivo y tomamos real conciencia de que las características de nuestro comportamiento actual son producto de un extenso camino recorrido, éste inmediatamente se despeja y se hace más transitable lo que nos queda por andar.
Vimos como nuestros temores nos sirvieron para subsistir en un principio pero luego también vimos sus implicancias por no contar con una noción de equilibrio. Hoy sabemos perfectamente que si un par de determinadas especies de animales se extinguiesen se rompe un ciclo, y como consecuencia podemos vernos en serios problemas o bien correr la misma suerte. La diferencia fundamental es que ahora contamos con esa noción de equilibrio y empezamos a trabajar en ello, por más que aún no utilicemos todo el potencial con el que contamos, nos tiene que servir como ejemplo para que no pase lo mismo con nuestro relativamente nuevo enemigo. Para esto considero más que imprescindible que nos demos cuenta y descartemos lo que, por experiencia, ya demostró resultar más que prescindible. Con este juego de palabras quiero decir que el dios que conocemos, no sólo que ya no es necesario, sino que hoy nos perjudica. La idea de una forma de vida después de la muerte no puede ser cierta. Si así fuera ¿Cómo es posible que, a través de la cultura, todos nuestros instintos se fueran modificando, mientras que el miedo a la muerte o instinto de supervivencia aún continúe intacto? Se modificó nuestra alimentación, se modificó nuestra reproducción, se modificó nuestro lenguaje, se modificó nuestra forma de relacionarnos, y hasta irónicamente, se modificaron evolutivamente algunas de aquellas bestias que nos atacaban y hoy nos traen el periódico entre los dientes alegremente y moviendo la cola!! Pero seguimos temiendo a la muerte... Con garantías tan sólidas como las que brinda cualquier religión para esas instancias post mortem ¿por qué después de tanto tiempo seguimos sin adaptarnos y la evitamos desesperadamente sin entregarnos mansamente a sus beneficios? La mayor habilidad que tenemos las personas es nuestra intuición y es ahí donde se oculta la respuesta. En lo más íntimo de cada una de nuestras células está escrito que este concepto no puede ser cierto. A quien se valga de esta habilidad intuitiva que menciono para argumentar la existencia de un dios, ya que en sus miles de variantes, un ente superior constituye uno de los universales comunes a todas las razas de nuestra especie, permítame decirle, que lo más factible es que esto no se trate de otra cosa más que del objetivo de la presunción humana. Nos gusta saber todo, nos gusta estar en todas partes, nos gusta también la idea de eternidad, y por más que todavía nos cueste aplicarla, al menos a la hora de hablar, a todos nos gusta la bondad como ideal.
De hecho está muy claro que a través de la tecnología hacia ahí nos dirigimos, tenemos indicadores tales como Google Earth cada vez con más cámaras en las esquinas de cualquier lugar del mundo, Internet con información accesible para adquirir todo tipo de conocimiento, científicos investigando las enfermedades para alargar la expectativas de vida, las intenciones políticas de un mundo más pacífico, eliminando de a poco el racismo, el sexismo y esperemos en breve alcancen al hambre y la pobreza.
Entonces me podrán decir: aaah entonces dios es útil, nos guía en nuestro camino. Sí, si ya sé, el dios que siempre se justifica está por delante de todo y es indiscutible, pero da la casualidad que la mayor parte de los hombres que fundaron los pilares de lo que hoy llamamos progreso fueron justamente los que prescindieron de la idea de su existencia.
Para resumir esta idea, nada más claro y más simple que la frase de Carl Sagan:
“Podemos rezar por una víctima del cólera o podemos darle quinientos miligramos de tetraciclina cada doce horas.”
Por que razón dios habrá querido que en la época preagrícola de cazadores-recolectores el promedio de vida sea de veinte a treinta años, la misma que en el fin de la edad media romana (épocas oscuras para la ciencia y de luz para la iglesia). No aumentó a cuarenta años hasta alrededor de 1870, a cincuenta en 1915, a sesenta en 1930, setenta en 1955 y ochenta en nuestro días. ¿Qué extraño capricho no? ¿O será que nuestro innato temor a la muerte, valiéndose del conocimiento, quiere retrasar al máximo posible la entrada a un paraíso soñado?
Hoy de nada nos sirve aferrarnos al consuelo corto de afirmar que sin eternidad la vida no tiene sentido, por la simple razón que hoy también sabemos que el altruismo es más útil que el egoísmo, la mejor forma que tenemos de aplicarlo es la que ya quedó demostrada con el tiempo, la de adquirir conocimiento y transmitirlo a nuestros hijos.
Que el calendario cristiano, aceptado globalmente, nos sirva como metáfora para tomar conciencia que acabamos de cumplir 21, ya somos grandes, ya no dependemos del padre nuestro que nos dice que es lo que está bien o está mal, tenemos la posibilidad de salir a recorrer y descubrir el mundo que nos rodea, es este el momento de asumir la responsabilidad de hacernos cargo de nosotros mismos y definir hacia donde vamos porque de ello depende la continuidad de nuestra existencia.
No desaprovechemos la oportunidad. A la muerte, de momento, le vamos a seguir teniendo el mismo miedo que en un principio y al igual que en el principio seguimos teniendo tres opciones: quedar paralizados, salir corriendo o tener la valentía de enfrentarnos a su fantasma. No se cuál es la actitud que, a día de hoy, prefieren tomar ustedes...
saludos!!

Juan Carlos

jueves, 6 de agosto de 2009

La humildad de la ciencia -Richard Dawkins-




"En el camino aprendí que la humildad no es sumisión, la humildad es ese don que se suele confundir. No es lo mismo ser servil que ser un buen servidor."

-Rafael Amor-






Humildancia y Arrogandad




comentario: Juan Carlos Alonso

video: Richard Dawkins





¿Qué? ¿Y esto no está mal escrito? Justamente. Sólo se trata de un simple juego de palabras que pretende representar cómo hoy están invertidos los conceptos de los términos humildad y arrogancia cuando se los utiliza para etiquetar a la ciencia y a la fe religiosa. Se suele decir, como primera impresión que la ciencia es arrogante y la fe religiosa humilde. Basta pensarlo un poco (con humildad) y fácilmente nos damos cuenta que es justo al revés. Hay científicos arrogantes, es cierto, como los hay humildes, y como así también hay gente de fe humilde y la hay arrogante…son personas. Pero veamos como el conjunto de estas personas hacen funcionar la ciencia y la fe como mecanismos motores para la búsqueda de la verdad. Generalmente el primer punto de discusión surge como consecuencia de la siguiente pregunta ¿Cuál verdad? ¿Mi verdad, tu verdad? Bien. Fue un filósofo de la ciencia, entre tantos que hay, el que dijo “La única verdad absoluta es que no existen las verdades absolutas” y en cierta medida podemos aceptar que es cierto, ya que deberíamos ser como un dios para poder comprobar que no lo es. Lo que hace la ciencia entonces es aceptar este concepto y avanzar sobre la búsqueda de verdades que nos ayuden a vivir mejor en el tiempo que nos toca hacerlo, como así también trata de anticiparse con ideas que sirvan de herramientas para que nuestra descendencia pueda hacer lo mismo, teniendo que luchar constantemente contra los que aprovechan el relativismo de estas verdades para vender mentiras y sacar su propio beneficio, esto sucede tanto en el ámbito científico como fuera de él.
Comparemos entonces esta modalidad de acción y forma de pensar citando también una frase supuestamente dicha por uno de los tantos iconos de la fe religiosa, en este caso de la cristiana: “Yo soy la luz, la verdad y la vida” ¿yo soy la verdad? Vaya ejemplo de humildad… pero bueno, no está por sentado en ninguna parte que un dios, su hijo(o ambas cosas al mismo tiempo) tengan que ser humildes, ni mucho menos que tenga que predicar con el ejemplo, pero sus seguidores por decreto sí deben serlo. Por lo tanto el método de búsqueda de la verdad de la gente de fe es remitirse a la doctrina que elige y aceptarla sin considerar sus contradicciones, a lo sumo, lo que suelen hacer es amoldarse a ellas en la medida que les resulte conveniente. De esta manera dicha verdad es la que les ayuda a vivir y hace más de dos mil años que la vienen transmitiendo a sus descendientes.
Vistas las verdades ¿Qué pasa entonces con la humildad y la arrogancia entre la ciencia y la fe religiosa? Sinceramente sospecho que la respuesta a esta pregunta se oculta en la ambigüedad existente en las definiciones del diccionario. Por un lado la palabra humildad se define como: Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento mientras que la otra reza: Sumisión, rendimiento. Es evidente que aquí la clave entre ambos conceptos está en la acción de “obrar de acuerdo con este conocimiento” La ciencia reconoce estas limitaciones pero tiene la virtud de intentar constantemente superarlas, de hecho superó varias, mientras que la fe religiosa está más ligada a obrar de manera estática y se inclina más hacia la sumisión y el rendimiento. Con la definición de arrogante pasa algo similar de ambiguo, una expresa: Altanero, soberbio mientras que la otra es Valiente, alentado, brioso. Si uno acepta una verdad como absoluta e incuestionable y el otro mediante un relativismo coherente va descubriendo verdades útiles, no es muy difícil saber cual definición adjudicar a cada cual.
Si dejamos el diccionario de lado, que está confeccionado por personas de ambos magisterios, y nos remitimos a la definición semántica que hoy tenemos de ambos términos también llegamos inevitablemente a la misma conclusión.
Volvamos ahora, para finalizar, sobre las verdades. ¿Quién esta sobre quién? Teniendo en cuenta que hay verdades que no son tan últimas como la existencia de un dios y que también figuraban como tales en la biblia y no son para nada irrelevantes. Un ejemplo claro sería el geocentrismo. La iglesia católica reconoce el “error” (no hay manera de que figure como metáfora alguna o de doble interpretación como en otros casos) recién en 1822, prácticamente trescientos años después de Copérnico. Otro caso más reciente sería el reconocimiento patético que hizo hace pocos años Juan Pablo II de la teoría de la evolución, argumentando que el hombre descendía de otra especie pero que dios le inyectaba un alma humana, sin dejar en claro si esto benefició al ergaster, al hábilis o a quién, y esto ocurrió ciento veinte años después de Darwin. Entonces, qué necesidad tenemos de seguir perdiendo el tiempo manteniendo y dando crédito a una iglesia que sostiene verdades que no son tales. Para mi la realidad es que una cosa es cruzarse de brazos y tener fe en que algo pase por el sólo hecho que yo lo deseo o creo que lo merezco, y otra cosa muy diferente es arremangarse y ponerse a trabajar con convicción para conseguir algo que yo imaginé que puede ser posible. Ustedes saquen sus propias conclusiones sobre cuál actitud es arrogante y cuál es humilde. Quién es el de mentalidad más abierta y quién el cerrado, porque generalmente estas cosas se las suele ver al revés.
Sólo me queda decir que el tema de la religión y sus implicaciones va a ser recurrente en este espacio debido a su importancia, y qué mejor a manera de introducción que la palabra de Richard Dawkins en una de sus conferencias. A riesgo que me tilden como el “Dogo argentino de Dawkins” por la cantidad de material publicado, no me importa, ya que se trata de uno de los mejores y más humildes referentes. Veamos qué tiene para decirnos sobre la humildad de la ciencia.

Saludos!!

Juan Carlos


















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sábado, 1 de agosto de 2009

Mira -Silvio Rodriguez-

"Existe al menos un rincón del universo que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo."

-Aldous Huxley-


Hoy algo de música. Una canción de Sivio, de esas que son especiales. Para mirar y escuchar...

Mira

Mira, espera que voy a nacer de nuevo.
Voy a elegir la tela de mi cuna
y una nueva latitud del universo,
y otros fósiles y fuego primitivo
para desde entonces ser lo que no he sido.

Mira, me voy a descubrir el arco iris,
me sentaré al final de cada lluvia,
sin ideas de desenterrar el oro,
sin ideas de tocar el espejismo,
sin ideas de inventar malabarismos.

Me voy a convertir en animal
para después crecer.
Aprenderé a cazar con pedernal
para luego saber.

Mira, pues llegaré un buen día a las canciones,
y llegaré al siguiente a la cordura,
apretado el corazón contra los hombres
con el mismo amor del primer nacimiento
con palabras imitando sentimientos.

Mira.



Saludos!

Juan Carlos